martes, 4 de febrero de 2014

¿Qué es el Efecto Placebo?

Aunque nos parezca increíble una persona puede autosugestionarse inducida por factores externos como puede ser un ambiente acogedor, unas palabras agradables o la confianza en el personal médico o paramédico, hasta llegar a producir su completa cura, sin necesidad de ningún tipo de medicinas. Esto es lo que se denomina comunmente el efecto placebo, veamos de qué se trata y cómo se produce.

Sustancias y procesos sin efecto farmacológico

El término placebo deriva del verbo latino placere, que significa "complacer", y su significado fue variando con el paso del tiempo. Así, durante la Edad Media hacía referencia a los lamentos de las mujeres que acudían a lamentarse a los funerales, las plañideras y más adelante se utilizó para nombrar a cualquier medicamento, hasta que a partir del siglo XVIII se empezó a utilizar para nombrar a todo aquello que simulaba ser un medicamento.
 
El término "efecto placebo" fue acuñado por el anestesista americano Henry K. Beecher en 1955. Henry observó que al menos un tercio de los pacientes mejoraron cuando se les suministraba un placebo, es decir se les suministraba una pastilla semejante a un medicamento habitual, con mismo color, forma y sabor, pero sin ningún efecto farmacológico.

A partir de estas pruebas se definieron los requisitos para poder decidir cuando una sustancia es considerada útil, y se estableció que siempre debe demostrar tener una eficacia mayor que una sustancia placebo. Lo interesante es que el efecto placebo no tiene por qué estar siempre relacionado con el consumo de una pastilla o una inyección, sino que en ocasiones el proceso mediante el que se produce es lo más importante.

Esto puede explicar el beneficio observado por muchas personas que recurren a métodos alternativos de sanación, léase acupuntura, flores de Bach, osteopatía, medicina homeopática. En estos métodos no se puede negar que el grado de atención del personal es mucho mayor que en la consulta habitual del médico, y puede conducir a una mejor respuesta inmune, aun cuando el método usado no tenga ningún efecto demostrable en sí mismo.

La atención al paciente importa
Pongamos como ejemplo la experiencia realizada por el investigador de Harvard Ted Kaptchuk a un grupo de 270 pacientes que sufrían de dolor en las articulaciones.  En la primera fase del estudio el grupo fue dividido en dos, a uno les suministró píldoras para aliviar el dolor, mientras que a los del otro les dieron tratamiento mediante acupuntura.
Tras realizar el tratamiento algunos pacientes empezaron a llamar quejándose de los efectos del tratamiento. Las píldoras producían somnolencia, las agujas causaron enrojecimiento e hinchazón y, en algunos casos, el dolor se disparó. Lo curioso es que observaron justo los síntomas de los que habían prevenido a los pacientes. Pero lo más sorprendente es que la mayor parte de los pacientes experimentaron mejoría, y esta mejoría era incluso superior para los pacientes que habían recibido acupuntura.

Ahora es cuando viene la sorpresa: ninguno de los dos tratamientos era real. Las agujas nunca perforaron la piel y las pastillas no contenían ningún tipo de medicamento. Todo el efecto observado se debía a la sugestión producida en los pacientes. El estudio fue diseñado para comparar dos engaños.

Aunque este no es el caso más sorprendente. Ben Goldacre en su libro Malaciencia cuenta algunos casos realmente sorprendentes: casos de cirugía y amputaciones, incisiones con cuchillo o pacientes que ni se inmutan cuando ven cómo les cortan un hueso sin recibir ningún tipo de sustancia que pueda paliar el dolor, tranquilamente, tipos duros. Esto es el poder de la mente señores, he de decir que yo no lo tengo.
http://www.ojocientifico.com/

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